jueves, 19 de julio de 2012

'La esquina'


A es un anciano con bastón que permanece impasible en una esquina, como viendo pasar el tiempo. B, un jovenzuelo despistado, melenudo y con prisas.
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B-Oiga, por favor, solo será un minuto.  Es que tengo que  pedirle un favor.
A-Bueno, ya ve, tengo todo el tiempo del mundo.
B-Ese es mi problema. He de llegar en punto. Y me he perdido.
A-¿Dónde dijo?
B-No le dije el lugar.
A-¿Por qué no lo hizo?
B-No sé. Puede que sea mi carácter retraído.
A-¿Sí? El mío es más bien tirando a huraño.
B-¡Quién lo diría!
A-Todo el mundo lo dice, excepto usted.
B-Yo es que soy de poco hablar.
A-De esos está lleno el infierno.
B-¿Usted cree?
A-No. Fui educado según las tesis del Partido Comunista.
B-Pues por más que lo miro, no parece usted de izquierdas.
A-Ahí quería llegar yo. A algún lugar.
B-No, oiga. Usted tiene todo el tiempo del mundo. Soy yo quien he de llegar a alguna parte.
A-En punto.
B-¿Cómo lo ha sabido?
A-Soy muy observador.
B-Y se pasa así todo el día.
A-Sí. Y en la misma esquina.
B-Es una esquina preciosa.
A-Algo esquiva, pero es mejor así.
B-Me recuerda mi infancia.
A-La infancia es un buen lugar para vivir, pero queda lejos.
B-¡Y que lo diga!
A-¿Y cómo irá, andando o en avión, joven?
B-¿A dónde?
A-No sé. Usted sabrá qué hora es.
B-¡Claro, señor! Esa era mi intención.
A-¿Buena o mala?
B-Solo un poco traviesa.
A-Entiendo. Muy amable, joven. He de irme.
B-Pero, oiga. ¿Y todo su tiempo?
A-Compréndalo. Es en punto. Y hay cosas improrrogables.
B-Bien. En ese caso, me quedaré guardándole la esquina. Ya no llego a tiempo.

Mayo. 2009.
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